Kenka un Kenko!
Kenka un kenko! pidió la niña. Kenka un kenko!! chilló la niña. Kenka un kenko!!! lloró la niña. Y tan pronto como escuchó lo Había una vez... la niña calló y sonrió. Hoy es mujer y madre pero por entonces, ya hace décadas, también fue una niña, despierta y activa. Y fue en aquellos sus primeros años en los que después de decir "papá" y "mamá", pedía, es más, exigía, cada noche, al ir a dormir y con esas palabras tan fantásticas que solo los más pequeños son capaces de crear, que le habían contado un cuento.