Los núcleos de población

Las aldeas y los asentamientos de población de la Ribeira Sacra poseen características determinadas por las especiales condiciones orográficas y los polos de atracción que supusieron los monasterios y las actividades de explotación agraria del territorio, en especial el vino. Las riberas del vino forman parte de territorios caracterizados por el dominio de la montaña, con grandes contrastes ambientales entre las tierras bajas y las de altitud.

En muchas ocasiones los cultivos del vino quedan alejados de la antigua aldea, con una intensiva transformación de las laderas mediante socalcos de escaso fondo, huyendo las antiguas aldeas de las inclinaciones de los valles encajados. La distancia respcto a los cultivos y la dificultad del acceso conduce a edificar construcciones apoyadas en uno de los muros de los socalcos para disponer el lagar y la bodega.

Cuando existen plataformas más llanas, concentran la disposición de los núcleos combinadas con una mayor variedad de cultivos. El incidente del paisaje del vino como contorno de los asentamientos rurales tradicionales va a variar en toda la zona entre la cercanía de los cultivos, el mosaico de diferentes productos en núcleos con cosechas escasas, y la concentración de áreas específicas de vino en terrenos alejados de las aldeas, casi siempre rodeadas de un perímetro de monte bajo. La combinación de los boquetes de riachuelos cortos o farallones pétreos con claros o reductos dedicados al vino también caracteriza otras parte del territorio.

En ocasiones el conjunto de las antiguas aldeas del vino se sitúan en plataformas aplanadas por encima del curso fluvial, alejadas de la zona vitícola y en medio de un contorno de campo, en la que los núcleos aprovechan una mayor suavidad del relieve para colonizar los valles secundarios con pequeñas aldeas muy próximas entre ellas, formando agregaciones compactas.

En otras zonas las antiguas aldeas avanzan aquí sobre salientes de la parte alta de las riberas y desarrollan amplios contornos de socalcos en la pendiente de las laderas. A medida que el valle va dejando laderas en costa orientadas a mediodía, el aprovechamiento de las pendientes vuelve a mostrar un intensivo trabajo de modelado del terreno en estrechos socalcos, que va a caracterizar la buena parte de las riberas, donde las antiguas aldeas vuelven a quedar algo alejadas de las viñas.

En conclusión destaca la orientación a mediodía y la adaptación a un emplazamiento condicionado por la orografía, con aldeas de pequeño tamaño, compactas y densas, próximas entre ellas, ocupando emplazamientos propicios en contextos de grandes pendientes, en salientes o pequeñas llanuras, o bien en zonas de valle alto, rodeadas de agras y cultivos de cereal y pastos, donde se reducen las pendientes.

Pedro de Llano concluye que la casa de la Ribeira Sacra se agrupa en conjuntos cerrados de edificaciones acopiadas sin orden alrededor de los caminos, asentamientos polinucleares el promedio pendiente, por adición de pequeños núcleos o barrios que se van diseminando en la medida en que los valles se abren y lo permite la orografía, con la presencia de huertas y corrales. En general existe una cercanía de la casa a la plataforma de cultivo y una orientación a mediodía.

Los muchos monasterios contribuyeron tanto a la difusión del cultivo del vino como en la focalización de las relaciones territoriales con ciertos núcleos vecinos, con agregaciones próximas a las construcciones religiosas o con crecimientos a lo largo de los caminos.

Un efecto similar producen las casas grandes o los pazos que gestionan grandes extensiones de terreno y provocan estructuras de asentamiento menos compactas y más irregulares.

También el ferrocarril estableció unas dinámicas que caracterizan la disposición de núcleos densos y compactos alineados a su trazado, como en Montefurado o Peares.