Características físicas

Desde un punto de vista morfológico, los cañones del Sil y del Miño presentan unas singularidades cuantitativas que identifican un territorio de grandes contrastes y de magnitudes extremas. La primera de ellas es el boquete profundo que suponen los ríos en la roca granítica y metamórfica, con diferentes consecuencias, a lo largo de un extenso período de tiempo, desde el Terciario hasta la actualidad.

La segunda es la fuerte pendiente de sus valles, que en inclinaciones medias superiores a 30º (60%) en muchas zonas superan los 80º (pendiente muy superior al 100%) hasta los 88º e incluso paredes verticales, con alturas de ladera de unos 500 m. Estas laderas finalizan contra zonas llanas con pendientes inferiores al 16º y conforman el fértil paisaje de la bocarribeira.

Tanto en el Sil como en el Miño se observa una división entre paisajes graníticos y metamórficos, graníticos en la parte occidental del Sil y norte del Miño y metamórficos en la oriental del Sil y sur del Miño entre Belesar y Os Peares. El sustrato rocoso genera diferentes manifestaciones apreciables, en ocasiones verdaderas colecciones de piedra desnuda rodeada de pequeños boquetes intensamente vegetadas, de un alto valor ecológico y estético.

Estas condiciones especiales de los profundos valles de ribera suponen también la concreción de unas condiciones climáticas específicas y diferenciadas, con temperaturas superiores a los 20º en verano, de 8º en invierno, incluso más extremas, con mínimas de -5º y máximas superiores a los 40º. Las precipitaciones anuales son también escasas, alrededor de los 600mm, y con fases de escasez hídrica.

La flora por lo tanto adapta y favorece las especies hacia un aspecto mediterráneo, en el que de forma natural abundan el melojo, la encina y el alcornoque, los madroños, los tojos, las ericáceas y los piornos. En las orillas de los ríos los sauces y chopos. Entre la vegetación introducida, destaca principalmente el castaño y las vides.

En principio, las elevadas pendientes parecen poco favorables para desarrollar una actividad campo-ganadera sostenible, pero un largo proceso de adaptación y transformación reforzada por las características específicas de estos terrenos con respecto a los de su alrededor sirvió para potenciar su singularidad.

Entre estas condiciones ventajosas están la exposición a una orientación al sol más eficazy la disponibilidad natural para crear un suelo artificial, con la modificación de su superficie natural, mezclando la capa superficial alterada y mezclándola con el recurso ilimitado de tojos, ericáceas y abono animal, abancaladas empleando la misma piedra en pequeñas terrazas horizontales de apenas unas decenas de centímetros, y creando el sustrato ideal para desarrollar una agricultura de vides y olivos también favorables a las condiciones climáticas.

Los asentamientos y viviendas también usan los mismos recursos, eligiendo en un terreno accidentado los lugares más propicios, ya sea próximos al fondo del valle o en las laderas en función de la posibilidad de las pendientes y de la orientación. Estas diferencias a la exposición al sol implican una diferencia y contraste en ocasiones entre los dos márgenes del río, con una zona expuesta extensa e intensamente humanizada y otras sombrías en las que abundan los árboles densos y una vegetación.